La infancia es una etapa de crecimiento y evolución constante, dónde sus primeras veces consiguen hacer mágicos prácticamente todos los días de nuestro día a día. Se encuentran en una etapa caracterizada por su plasticidad, y para mí fantástica, llena de valor y emoción. Por naturaleza, el ser humano es capaz, creativo, enérgico y habilidoso. Nuestra labor como adultos es acompañar esta infancia para que cultiven y potencien cada una de sus cualidades y características, dónde la diversidad es un elemento de riqueza y potencia.
Como maestra y acompañante de procesos de vida, miro la infancia con amor y muchísimo respeto, dónde siento todo lo que vienen a aportarnos y la gran cantidad de historias que vienen a contarnos. Para mí, escucharlos es la base de esta crianza y educación respetuosa. Así pues, escuchando sus ritmos, sus tiempos y sus necesidades podremos ofrecerles posibilidades de desarrollo.
Si me conoces y me sigues descubrirás todos los detalles de mi mirada, qué haría yo en un momento u otro. Sin duda, no hay receta, no hay varita mágica, simplemente hay confianza y amor por nosotros mismos y por ellos.
La crianza consciente es acompañar a tu hijo/a en su desarrollo integral de forma respetuosa, escuchando siempre sus necesidades y dándole espacio y tiempo para poder acogerlas. Pondrás atención a sus demandas, observarás qué necesita y cómo puedes acompañarlo/a para dar respuesta a ello. Si crías de forma consciente y respetuosa, formaras un vínculo de apego sano. El apego es el vínculo afectivo que establece el niño/niña con su mamá, papá o persona de referencia. Y sin duda, cuidarás su desarrollo emocional, focalizando su bienestar emocional como base de su desarrollo.
La crianza respetuosa beneficiará a tu hijo/a en el sentimiento de pertenencia a su núcleo familiar, dónde se sentirá reconocido y valorado. Ello le llevará a tener un autoconcepto ajustado sobre él mismo y una autoestima sana y equilibrada. Además, gracias a la comunicación asertiva se podrán establecer los límites y normas de la familia, del hogar y del día a día. Límites que serán coherentes y que le ofrecerán seguridad para experimentar y explorar de forma libre
¡Por supuesto! Son necesarios para el desarrollo cerebral de cualquier niño. Ellos deben conocer las normas y las reglas de cada lugar, comunidad, entorno, espacio o ambiente. Los límites les permiten desenvolverse con seguridad y acogimiento. Los límites es fundamental que estén pensados y determinados con claridad, es necesario que se ajusten a sus edades, necesidades, etapas vitales y características. Además, para que los límites funcionen es interesante que sean pocos y concretos.
Comunícate con tu compañero/a de crianza. Es interesante que en el hogar vayáis remando papá y mamá, dos mamás, dos papás, o quien se encargue de la crianza en el mismo sentido de la navegación.
Podéis juntos establecer qué límites son importantes para vosotros a la hora de salir de casa, de dar el baño, de la comida, de la cena, de ir a dormir, del momento de juego, del momento de descanso, etc. Aquellas situaciones más comunes del día a día estableced límites o normas que sean coherentes para la familia y que podáis ir trabajando.
Establece un límite de forma coherente, tranquila, sensata, claro y conciso. Delante de la situación que tengáis que acompañar debéis el límite necesario, en estas últimas líneas os he compartido cómo deben ser estos límites para que sean viables y realistas.
Sensatez y flexibilidad. Los límites es adecuado que se cumplan siempre del mismo modo o manera, así como se han determinado y decidido, es bueno que se sigan para que tengan continuidad y les aporte a los niños un seguimiento, coherencia y seguridad. Al ellos conocer los límites y normas del día a día, les será más sencillo funcionar. Aún así, atención y flexibilidad, siempre hay momentos o situaciones. Por ejemplo: determinamos que después de cenar contaremos sólo dos cuentos, un día tu hija está enferma, lleváis más horas en casa, le cuesta más dormirse, necesita mimos y más tiempo contigo. No te agobies si este límite no se cumple, ahora mismo ella tiene otras necesidades.
Las últimas investigaciones en Neurociencia nos informan de que los gritos a los niños les impiden asimilar correctamente la información, dañan su autoestima y les hacen perder la confianza en los adultos. Por ello, te voy a contar algunas razones por las cuáles no va a funcionar…
Dificultarás el proceso de comunicación con tu hijo y él activará el mecanismo de defensa.
Se activa el miedo.
Liberará dopamina y le invitará a huir.
Pensará que gritar es un modo de comunicación.
El estrés le impedirá escucharte.
El proceso de aprendizaje se paralizará.
La Pedagogía Sistémica pone su foco de atención en las personas, en sus historias de vida e intereses, en la dignidad de sus raíces, vengan de donde vengan, en las identidades y talentos, descubriendo información oculta que habla de la red de la que forman parte, de su sistema familiar.
Es fundamental. Siempre explico que el autocuidado es una de las herramientas fundamentales para criar desde el respeto, la escucha y la atención. Somos como una jarra, la cuál debemos ir llenando de alegría, de descanso, de mimos, de cuidados, de momentos para nosotras/os, etc. Aquellos momentos que nos llenen de felicidad y bienestar. Por tanto, esta jarra debemos cuidarla, no podemos sacar amor para nuestra pareja, escucha para nuestras amigas, cuidado para nuestros hijos,…y que no entre nadie.